La cultura tiene en el torero una de las figuras más peculiares, pues es algo así como el sacerdote pre-cristiano que coloca ante nuestro ojos hoy la mítica del sacrificio. Con ello, sitúa su propia vida ante el momento de la muerte.
Mi mirada es la del documentalista habituado a introducirse en culturas ajenas, buscar la esencia y plasmarla de forma poética y exenta de matices folklóricos, mitomanías y análisis.
Me interesa, en este sentido, un film que pueda conmover a personas de cualquier cultura y latitud, que a mí mismo pueda estremecerme.
Cuento con varios elementos determinantes para conseguir el objetivo:
La vinculación, la relación compleja del padre y su hijo.
El primero, torero que se retira tras 35 años de profesión, poseedor de un secreto que el joven desea conquistar a toda costa.
¿Cómo lucha para conseguirlo?, ¿Hasta dónde desea el padre que el hijo conquiste el secreto? , ¿Cuál es el secreto que el hijo desea descubrir de “el maestro” que, además, sea adaptable a los tiempos actuales que él vive?
Son algunas pinceladas de por dónde puede desarrollarse este conflicto ya puesto en marcha.
La imprescindible presencia del toro, el acercamiento al campo donde nace y crece, y la manera en que su instinto le conduce a la búsqueda de una posición predominante también dentro de su grupo, despierta una especial simpatía por este animal.
El encuentro entre el toro y el torero producirá una empatía entre ambos que no dejará indiferente al espectador, sea cual sea su opinión sobre la fiesta.
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